Deambulando por lo que parece ser un universo dinámico, de paso por la vida, transformando el instante en eternidad y viceversa. Encontrandome y tal vez encontrandote en medio de una apacible calma que antecede algunas transformaciones como el amor o la muerte, creyendo en lo que es, lo que puede ser y lo que será.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Agarrando pueblo [1]

Escrito por
Carlos Andrés Grisales.

“A mi en general me gustan los viejos, los que tienen memoria, y por si vos sos de los que se olvidan, yo te recuerdo algunas cosas que hoy tengo claras: todo no se compra, todo no se vende. Conozco una lista interminable de cosas que son más importantes que la seguridad... Soy capaz de soñar sueños.”[2]


Jueves santo, dos de la tarde, las calles del centro de Cali están desoladas. El camarógrafo, el editor y yo vamos en un taxi contratado para penetrar las entrañas de la olla El Calvario, en busca de un niño indigente para realizar un documental. A los alrededores todo parece estar en calma, pero al voltear por una de las cuadras, empieza un extraño performance decadente: indigentes en los andenes metiendo bazuco, adolescentes oliendo pegante sentados en medio de la basura como si fuesen parte de ella, los que caminan están chuecos, cojos, torcidos, mancos, tuertos, ciegos, muecos, heridos, cicatrizados, medio dormidos, sonámbulos. Todo es color mugre. El aire es denso. La zozobra nos mantiene alerta. Hombres y mujeres están exageradamente maquillados de mugre como payasos de miseria, como mimos del infierno que purgan los más terribles pecados. Miran el taxi con incertidumbre, esperando un momento de descuido de nosotros: que volteemos por una calle mocha, o que nos varemos espontáneamente. Los miro a través de mis lentes oscuros intentando convertir mi rostro en una advertencia, ¡cuidado, puedo ser peligroso, puedo estar armado, tal vez estoy buscando a alguien para matarlo, o vengo a cobrar alguna cuenta! Sin embargo el pelo largo y la cara de hippie de uno de los camarógrafos disminuyen el efecto de terror que quiero lograr, pero eso también es bueno, pues de lo contrario el niño que estamos buscando no se montaría en el carro cuando le hagamos la propuesta.

El taxista tiene cara de malo, cara de no juegues conmigo, aceptó el trabajo sin titubear, sin regatear. Sólo decía lo necesario, -si-, -no-, sin explicaciones, como un militar pero con autonomía, pues tampoco se iba a exponer él. De cierto modo me hacía sentir seguro. Dimos algunas vueltas, se veía de todo menos niños indigentes, había cientos de niños en las calles, como pequeños ratoncitos en un gran nido de ratas, pero estos daban la impresión de tener padres (o al menos madres) y de vivir bajo techo.

Nos tocó que salir de la olla pues no podíamos pasar por la misma cuadra más de dos veces, hay que tener en cuenta las oficinas de sicarios y todas las mafias que se mueven allí: trata de blancas, explotación de menores, trafico de drogas, hurto, etc. Nos tocó emerger en la calle 10 y buscar otra cuadra para sumergirnos de nuevo. En esas vimos a un niño de aproximadamente 12 o 13 años caminando hacía el lado opuesto de donde íbamos.

-¡¿Pelao, pelao, venga, se quiere ganar tres lucas?!- le grité por la ventanilla quitándome los lentes oscuros para que me pudiera ver los ojos.

Se acercó y asintió con la cabeza, tenía la mirada serena como si no le pudiese ocurrir nada peor de todo lo que le ha ocurrido. No tenía costal, ni estaba tan sucio, ni tan flaco como uno se imagina a un niño indigente.

-Te voy a hacer una entrevista, a preguntarte cosas sobre ti y listo. Móntate.- Le dije en tono despreocupado, el asintió de nuevo y se montó. El resto del equipo, la entrevistadora y la sonidista, nos esperaba en la colina de San Antonio para empezar a grabar.

-¿Cómo te llamas?- Le pregunté mirándolo desde el asiento de adelante.

-Danigkmgk- respondió con timidez en la voz más no en la mirada.

-¿Cómo?- Pregunté de nuevo pidiéndole implícitamente que hablará más duro.

-Daniel Alejandro-

Me presenté y le presenté al equipo, incluido al serio taxista que también hacía las veces de guardaespaldas.

-¿Cuántos años tienes?-

-10.-

-¿Cuánto llevás en la calle?-

-Dos meses.- dice mientras mira por la ventanilla como si no le importase mucho lo que está ocurriendo al interior del taxi.

Todos nos alarmamos, no era tan indigente como lo necesitábamos, se nos cruzó la idea de bajarlo del taxi y buscar otro pero no lo expresamos, además apenas estábamos a tiempo de llegar al lugar de rodaje y pagar una hora cerrada de taxi.

Daniel Alejandro era demasiado introvertido, iban como cuatro preguntas de la entrevista y apenas era perceptible un movimiento de labios. De inmediato le dije al grupo que ya volvía, iba a buscar a otro niño. No podía pedirle a ninguno de ellos que se metiera a la olla sólo a buscar otro personaje, no porque fueran incapaces, simplemente no los quería exponer, además ellos eran fundamentales en cada uno de sus roles, y yo solo un director principiante, podrían funcionar perfectamente sin mí durante la entrevista, la primera fase del documental. Contraté a otro taxista pero por lo que marcara el taxímetro, le expliqué de qué se trataba y accedió. No se veía tan rudo como el anterior y yo no me sentía tan seguro. Me fui en el asiento de atrás. Sin querer pasamos por las mismas cuadras y muchos de los tipos me miraron como reconociendo que era el mismo que había pasado hace un rato en otro taxi, así que decidí quitarme los lentes oscuros. El tiempo corría, la luz disminuía, todo estaba planeado y presupuestado para rodarse en un día, no podía fallar.

De pronto avistamos a un niño como de doce años sentado en una esquina, lo llamé haciéndole la misma oferta que al anterior, pero este parecía todo un delincuente a portas de la indigencia, como un ratón adolescente que ya no juega y corre injustificadamente, este ya parecía saber dónde estaba el queso, quién lo tenía y cómo obtenerlo. Se veía un personaje interesante.

-¿Dónde hay que ir?- me preguntó con desconfianza.

-A San Antonio- Le respondí con frescura. -Vuelvo y te dejo aquí cuando acabemos.- añadí para mejorar la propuesta.

-Noo- respondió desconfiando, dio un paso hacía atrás.

-Dale, te doy cinco lucas, es solo una entrevista, para que me contés lo que querás y vuelvo y te traigo.- Le dije mientras le abría la puerta para que se montara, pero el dio otro paso hacía atrás y giró dándome la espalda, como el perro de la calle que ha sido tan maltratado que a pesar de tener hambre no le recibe el pedazo de pan al extraño y se aleja.

El taxímetro está lleno de números, el sol agoniza, el peligro aumenta cada vez que repetimos alguna calle.

-Vamos para los alrededores del estadio, por el parque de las banderas.- dije preocupado.

Al llegar damos dos o tres vueltas al sector, hasta que le digo que me deje allí, para emprender la búsqueda a pie. Conozco el sector porque viví por allí, sé que hay un asentamiento de viejos alcohólicos y algunos bazuqueros, pero no recuerdo haber visto muchos niños. Fumo esporádicamente, pero esa tarde parecía una chimenea, en cada tienda me compraba una cerveza, un cigarrillo y llamaba al equipo para averiguar cómo iban. María, la que lo estaba entrevistando, me contó que todo iba mal porque el niño no respondía nada bien:

-Todo salió como regular, el niño es muy introvertido y la entrevista estuvo remal, ¿Qué hacemos con el niño?- Me dijo medio aburrida.

-Dale los tres mil pesos y despáchalo.- Dije en tono frío.

-¿Y lo llevamos hasta el centro?-

-Sáquenle algunas tomas para montar, pónganlo a posar, acuéstenlo en el suelo, que finja que está pidiendo, etc., espérenme que ya llego con otro sujeto- Dije en un tono aún más frío y calculador.

Cuando iba pasando por la quinta me encontré con una señora mayor y una niña aproximadamente de cuatro o cinco años sentadas en el suelo pidiendo limosna. En medio de mi desesperación le hice la propuesta a la señora, y le expliqué más o menos de qué se trataba:

-Es un documental sobre indigencia infantil, sobre los niños que viven en la calle, ¿ella puede hablar?- le pregunté a la señora señalando a la niña, mientras iba organizando el rodaje en mi mente.

-Claro, posh ellha sabe hablarch, ¡hable!- Le dijo a la preciosa niña de cachetes colorados, pero esta no dijo nada.

-¿Cómo te llamas?- De inmediato empecé un ensayo de entrevista para ver si la niña podía servir para el documental. La niña me miró sin saber qué hacer, entonces la mamá le ayudó.

-¡Diana, dhiga, Diana!- le decía en acento indígena.

-Diana- dijo la pequeña mecánicamente.

-¿Cuántos años tienes?- proseguí para darle una segunda oportunidad a la niña.

-¡shinco, diga, shinco!- persistía la madre, como queriendo darme a entender que ella si sabía hablar pero que estaba un poco tímida.

-Chinco.- dijo la niña.

-Entonces mire, la cuestión es la siguiente: nos vamos para San Antonio, usted le dice a la niña que diga algunas cosas que yo le voy a decir y le doy tres mil pesos, si quiere la traigo hasta aquí cuando acabemos.-

Me sentía como una cucaracha desesperada, sentía que estaba traicionando muchas de las cosas en las que pensé creía, por fortuna la vida no me permitió embarrarme del todo y me dio una lección.

-Mire señorch, nosotrosh no vivimosh en la callesh, nosotrosh pagamosh una piecita, ella no es lo que usted bushca, vaya páguele a los locos que son los que viven en las callesh, si por nosotrosh fuera no estaríamoss aquí molestando a nadies, lo hacemos porque nos sacaron de nueshtra tierra, pedimosh para comer, mire- mostrándome una vieja mochila con una panela y media libra de arroz. –Señorsh, respetenosh, nosotrosh no somosh locosh, no vivimosch en las callesch, déle su plata a esosh, dejenosh.-

Al oír estas palabras mi ansiedad disminuyó, mi mente se aclaró. Le di mil pesos a la señora y le dije que no me había entendido, cuando extendió la mano para recibir el billete, se la agarre con ambas manos y le pedí disculpas. No podía pisotearme a mi mismo por realizar ese proyecto. El niño que habíamos recogido no tenía por qué ser elocuente, ese niño era así y punto. Entonces decidí aceptar esa parte y me fui a buscar un anciano indigente para una toma de montaje en la que se hacía una transparencia como si pasara el tiempo hasta que el niño se volvía viejo. Ya conocía algunos de los borrachos del sector, alguna vez le había tomado unas fotos a uno de ellos, y preciso a ese me lo encontré.

-¿Qué hubo, se acuerda de mí?- le pregunté a un viejito borracho que estaba sentado en un andén al lado del supermercado Comfandi. -¿Sé quiere ganar tres luquitas, para que me ayude con un trabajo, se acuerda que ya hemos trabajado juntos, que le tomé unas fotos?-

-Si, ¡hágale!- Me dijo poniéndose de pie con el vigor de un muchacho.

-¡Yo también puedo!- me dijo otro viejito borracho que estaba al lado, tenía un pie torcido y una muleta de madera hechiza.

-Sólo necesito a uno- le contesté al señor.

-Entonces regáleme alguito- me dijo con cara de súplica extendiendo su mano.

-Ahora que volvamos- le dije creyéndome la mentira.

El señor con el que me iba a ir le dijo al otro que le cuidara una bolsa con reciclaje u objetos personales que tenía ahí, le pregunté que si podía confiar en él para dejarle esa bolsa y me contestó:

-Si, él es mi amigo.-

El señor se llama Antonio, don Antonio, muy colaborador, lo pusimos a posar, tenía que hacer todas las poses que había hecho Daniel Alejandro. Luego lo entrevistamos, intentando esculcarle la infancia. Le hice cantar una parte de los pollitos. Quería que me mostrará cicatrices, quería desnudarle la vida, yo estaba en un nivel de morbo catatónico. Pero todo lo que respondía don Antonio era hermoso, inocente, sinceramente mentiroso, fantasioso. Terminamos con don Antonio, le pagué los tres mil pesos y mientras intentábamos parar un taxi me dijo que se iba a pie, que le gustaba mucho caminar por la calle quinta, que la brisa de esa hora era una delicia.

Aún no habían terminado con Daniel así que decidimos seguir con él a la segunda fase del rodaje: una intervención lúdica en el niño, teníamos que averiguar si todavía podía jugar y cómo lo hacía, en el guión estaba planeado llevar al niño a mi casa para bañarlo, ponerle ropa limpia y ponerlo en situaciones lúdicas para ver qué pasaba. Lo íbamos a llevar a una escuela a interactuar con otros niños pero no logramos conseguir los permisos a tiempo, así que nos tocó ponernos a jugar Nintendo con él. Yo todo el tiempo estaba chuzando a Frank, el camarógrafo más experimentado, para que grabara. A veces la estábamos pasando muy bien y la presencia del niño se normalizaba, pero yo insistía con señas a Frank para que grabara al niño, es fácil pedir a otros que hagan aquello que uno no es capaz de hacer.

El niño tenía las uñas largas y negras de mugre, María, comunicadora social, días antes había dicho que no iba a tocar al personaje al momento de aseo, y al final voluntariamente terminó haciéndole el manicure.

Volviendo a interrogar a Daniel nos contó que se había volado de la casa hace dos meses porque la mamá le pegaba mucho. Había estado durmiendo en la plaza de Caicedo y que aún no había probado el vicio. Como hablaba muy poco, todo lo que decía lo creíamos cierto como si cada una de sus palabras fuese el zumo más preciado de su realidad. Luego de la intervención lúdica se suponía que teníamos que dejar al niño de nuevo en la calle, pues no podíamos adoptarlo, ni nada por el estilo. Aquí fue donde el guión se rompió, no fuimos capaces de echar a Daniel a la calle porque veíamos en él probabilidades de ayudarlo, se veía rescatable. Entonces decidimos que se quedara a dormir esa noche e intentar persuadirlo de que volviera a su casa. Nos acostamos todos a ver otras entrevistas que habíamos hecho días atrás a otros muchachos de la calle para que Daniel se arrepintiera de seguir viviendo en la calle y no le fuera a pasar lo que a ellos. Pero se quedó dormido en mi cama, decidimos acostarnos todos, y me quedé durmiendo con él. Roncó, tuvo pesadillas, no pude dormir, por alguna extraña razón velé su sueño, lo arropé y lo lloré.

En la mañana lo desperté con cámara en mano, despiadado, desalmado, los realitys que tanto critiqué me quedaron pendejos. Lo levanté para que me ayudara a preparar el desayuno, todo el equipo aún dormía. Daniel Alejandro, se despertó sobre saltado, como si aquel efímero sueño en el que era el centro de atención hubiese terminado y le tocara que volver a la calle y al anonimato.

-Vamos a preparar el desayuno- le dije como una especie de orden militar.

No quería mostrarle la vida como si fuese fácil o regalada, no quería engañarlo. Se levantó sin decir nada, se lavó la cara porque le dije que lo hiciera y bajó a ayudarme. Puse seis platos y le serví cereal a algunos, luego le dije que lo siguiera haciendo en cantidades iguales, y así lo hizo. Llamamos a todos a desayunar y me le acerqué a Frank a decirle buenos días y que por favor desayunara con cámara en mano.

Inmediatamente después de desayunar había que solucionar lo que íbamos a hacer con Daniel Alejandro, las opciones eran: llevarlo a su casa y hablar con su madre. Dejarlo en la calle, donde lo habíamos encontrado, o llevarlo a Bienestar Familiar. Todo el equipo le insistía de diferentes maneras para que volviese a su casa, pero él callaba. Yo estaba seguro de que en su casa le habían hecho algo peor para que decidiese irse, tal vez lo violaban o algo por el estilo, un niño no se va de la casa así no más. Pero decía que era porque la mamá le había pegado con correa y ya, el resto eran silencios con la cabeza hacía abajo. Intentó decirme que no quería ir a su casa, pero yo suelo ser muy persistente, casi siempre se hace lo que yo quiero o no se hace, o no estoy y punto. Para mí lo mejor era que estuviese en su casa, con sus padres, le dije que fuera tranquilo que yo le daba mi teléfono para que me llamara si algo estaba mal. Juan David guardó silencio y el que calla otorga.

Vivía en Montebello, un corregimiento o barrio de invasión a las afueras de Cali. Llamé al taxista rudo a ver por cuanto nos hacía la carrera y acepto llevarnos y traernos por veinte mil pesos. No cabíamos todos en el taxi, así que fuimos Frank, María, el niño y yo. Alfonso y Andreita querían ver aquel feliz desenlace en el que el niño se reencontraba con su madre, pero se ofrecieron sacrificadamente a quedarse.

Llevábamos el formato de autorización de uso de la imagen para que lo firmara la madre de Juan David. Yo esperaba ver un rancho pobre, pero al fin y al cabo un hogar. Llegamos a Montebello, Daniel cerró los ojos y agachó la cabeza haciéndose el dormido, cuando le preguntábamos por dónde era, no contestaba, no habría los ojos, era exasperante, la paciencia del taxista también se agotaba. Tocó detenernos, me bajé para persuadirlo de que dijera donde era su casa, que queríamos ayudarlo, que no lo íbamos a dejar sólo. Cuando le agarré la mano la tenía helada, helada, helada. Ese niño estaba padeciendo. Y subestimamos su temor y sufrimiento. De ver que no colaboraba lo amenacé con dejarlo en la estación de policía de Montebello.

-Ya nos pasamos- Dijo abriendo los ojos.

Nos empezamos a devolver, nos habíamos pasado mucho y yo seguí amenazándolo por temor a que no nos dijese dónde era la casa.

-La tienda, vamos donde la señora de la tienda- Dijo con voz nerviosa. Y yo presionaba más.

-¡No! Vamos a tu casa. ¿Dónde es tu casa?- Le decía en tono intimidante. Y cada treinta segundos le preguntaba si estábamos cerca y le ordenaba mirar el entorno.

-Allí, en la tienda azul, vamos donde la señora de la tienda.- Señaló mientras agachaba la cabeza. Le dije que nos bajáramos para hablar con la señora pero se rehusó, entonces me bajé con el camarógrafo y el conductor rudo también nos acompañó, le dije a Frank que no dejara de grabar.

-Buenas tardes señora, recogimos a un niño en el centro de Cali vagando, volado de la casa, dice que vive aquí en Montebello y dijo que paráramos donde la señora de la tienda, o sea usted. ¿Nos puede ayudar a encontrarle la casa?- La señora me miró extrañada como quien no sabe de quien se trata, sin embargo dijo:

-a ver veo quién es- y fue con nosotros hasta el taxi, cuando vio al niño dijo: -¡Ah, Daniel!- El niño la miró y saludó con los ojitos mientras volvía a agachar la cabeza entre sus piernas, como adoptando una posición para resistir una gran paliza o algo muy vergonzoso. La señora prosiguió. –Si él es de por aquí, lo que pasa es que la mamá de él es viciosa, y le quemaron la casa para se fuera de por acá. El y sus hermanitos quedaron vagando por las calles. Él es de la calle, déjenlo, ya ha estado en Bienestar Familiar- Todo lo dijo como quien dice tranquilo que todos nos tenemos que morir. Sentí algo de rabia contra ella, algo de tristeza y lastima por él, otro poco de tristeza, impotencia y lastima por mí. Y algo de indignación contra la vida. No era justa la vida con ese niño. No era justa, no le daba opciones. Ese niño podría ser yo. Por el azar del destino no lo era.

-El padrastro está preso, y la mamá anda como loca metiendo vicio por ahí- Prosiguió la señora, pero yo no quería oírla más. -Gracias - le dije dándole la espalda para que se fuera.

Me quedé mirando al taxista y su cara ruda que se había ablandado por la desgracia del niño. Al momento llegó la hija de la señora a ampliarnos información sobre la tragedia de Daniel.

-Él es el mas sano de sus hermanitos, el mayor ya anda robando por aquí sabiendo que todos lo conocemos. A Daniel lo tuvo el Bienestar Familiar pero el hermano se hizo coger para sacarlo de allá. Él estaba viviendo con un tío pero se le vuela porque le gusta la calle, el tío vive en el centro, en el barrio obrero o en la olla creo…- Y dijo muchas cosas más que no escuché porque me fui a hablar con Juan David, mientras le hacía una seña a Frank de que no dejara de grabar.

Daniel se había acurrucado en el fondo del taxi, helado, avergonzado, humillado, grabado. Sentía mucha pena por él, escuchó toda la conversación porque fue en la ventanilla de él, grabé su pena, no la respeté, el periodismo es una mierda, no soy ni quiero ser periodista, el periodista siempre estará debajo del filósofo y del poeta, debajo del loco que calla y del que habla también. El periodista siempre estará debajo del vicioso, del borracho, y nunca, nunca podrá capturar sus esencias, como diría Nietzche:

“Dejamos de estimarnos lo suficiente cuando nos comunicamos. Nuestras auténticas vivencias no son absolutamente nada parleras. No podrían comunicarse a sí mismas aunque quisiesen. Esto es porque les falta la palabra. Cuando tenemos palabras para algo es que ya lo hemos dejado atrás. En todo hablar hay su poco de desprecio. El lenguaje, parece, se ha inventado solo para el término medio, para lo mediano, para lo comunicativo. Con el lenguaje se vulgariza ya el hablante.”[3]

-Daniel confía en mí, no te voy a dejar por aquí tirado- Le dije intentado aliviarlo un poco, pero ni yo me lo creería, si yo fuese él no confiaría en el tipo que todo el tiempo dice: “¡graba, graba!”.

-Vamonos, me están haciendo pasar pena.- susurro sin mirarme.

De inmediato les pedí que nos fuéramos, ya había sido suficiente. Nos montamos al carro en silencio, y yo le hacía señas a Frank de que no dejara de grabar, no sé porque lo hacía, tal vez no era para el documental, era un momento tan extraño que quería capturarlo en el tiempo, como he querido hacer con muchos de los momentos de mi vida. Daniel se irguió y volvió a adoptar la mirada impenetrable y quemimportista de cuando lo recogimos. Tal vez sentía que lo peor ya había ocurrido. Ya no podía sentir mayor vergüenza, su tragedia había sido revelada.

Le preguntamos a donde prefería ir, si a Bienestar Familiar o donde su tío, a mi en lo personal no me gustaba la idea del tío. Y de nuevo lo persuadí para que eligiera Bienestar Familiar. Todos estuvieron de acuerdo. Cuando llegamos a Bienestar Familiar estaba cerrado, era viernes santo. Nos dijeron que lo lleváramos a la policía de menores que quedaba en x estación de policía. Lo llevamos y de allá nos dijeron que fuéramos a otra. Le pagamos la carrera al taxista rudo que se había ablandado pero que ya se había repuesto y otra vez era rudo, tanto, que nos tocó que cambiar de taxi porque con la mirada me decía que lidiáramos nosotros con nuestro encarte. Yo ya no tenía dinero, Frank se encargó de los demás taxis. Fuimos a tres estaciones de policía y en todas nos remitían a otra. Hasta que terminamos en la del barrio Nueva Floresta. Ahí lo recibieron.

-Frank hazle una toma desde el otro lado de la calle llegando a la estación de policía. Daniel, camina hacía allá Frank que salga el letrero de Policía Metropolitana.- Tenía puestos mis lentes oscuros.

Santiago de Cali, 17-08-2007

[1] Haciendo referencia a la ficción o falso documental Agarrando pueblo de Carlos Mayolo y Luís Ospina. Colombia, 1977. En este se mofan de cómo se convierte la miseria y la pobreza en una mercancía para elaborar documentales.

[2] Fragmento final de la película Tango feroz: la leyenda de Tanguito de Marcelo Piñeyro. Argentina, 1993.

[3] El crepúsculo de los ídolos o Cómo se filosofa con el martillo. Biblioteca Edaf, S.A., Enero 2002. P. 134.

Ver el documental en http://espejismodeunaredencion.blogspot.com/

ESTADO, PROTESTA Y LEGITIMIDAD

Algunas consideraciones sobre la teoría del Estado
y las implicaciones de la protesta violenta como mecanismo revolucionario.



“El medio decisivo de la política es la violencia”
Max Weber



Introducción


Uno de los caminos para pensar el tema de la protesta social y poder calificar si es “buena”, “mala”, “legítima” o “ilegítima” sería a través de los fundamentos en los que está soportada la teoría del Estado y la “naturaleza” de lo político, por lo tanto, el presente texto es un intento de aproximación a este fenómeno social desde el enfoque de la teoría del Estado. En primer lugar, me remontaré brevemente a algunas nociones de Hobbes (naturaleza humana y entrega de la fuerza individual al Leviatán) y de Max Weber (Estado y ejercicio de la violencia legítima) para intentar comprender los patrones conductuales del Estado. Posteriormente, sostendré la tesis de Víctor Moncayo de que el Estado moderno se ha transformado y que por lo tanto ya no se rige por los principios en los que fue engendrado . Y por último, expondré algunas reflexiones y acotaciones puntuales sobre la actualidad de las dinámicas de protesta en el contexto específico de la Universidad del Valle para aterrizar y analizar en un plano pragmático la argumentación enunciada.

Cabe destacar que el objetivo principal de este escrito es intentar dibujar el entramado de complejidad que encierra la protesta social a nivel de lo político, para mostrar que dicha dinámica no puede ser tomada, calificada, rotulada, encasillada y estigmatizada a la ligera.



1. Sobre el Leviatán

Pensemos la condición del hombre desde la perspectiva Hobbesiana, en la que el hombre en su estado natural es antisocial por naturaleza y sólo se mueve por el deseo y el temor. Su primera ley natural, que es la autoconservación, lo induce a imponerse sobre los demás, de donde se deriva una situación de permanente conflicto: «la guerra de todos contra todos», en la que «homus hominis lupus» el hombre es un lobo para el hombre, es la razón dominante. Entonces, para poder construir una sociedad es necesario que cada individuo renuncie a una parte de sus deseos y llegue a un acuerdo mutuo de no aniquilación con los demás. Se trata de establecer un «contrato social», de transferir los derechos que el hombre posee naturalmente sobre todas las cosas en favor de un soberano dotado de derechos ilimitados, el Estado. Éste controlador, monarca absoluto, cuya soberanía no reside en el derecho divino sino en los derechos transferidos, sería el único capaz de hacer respetar el contrato social y garantizar, así, el orden y la paz, ejerciendo el monopolio de la violencia “legítima”, que desaparecería de este modo de la relación entre individuos. Así, cada uno de nosotros habría renunciado a su capacidad de ejercer la violencia contra otro, en la medida en que le ha otorgado el poder a ese ser supremo, el Estado. Es como si hubiésemos puesto toda nuestra confianza en esa ficción humana, asumiendo que es una institución justa e infalible, y que siempre estaría a nuestro favor, pero a la vez es como si la hubiésemos dotado de una independencia particular que la hiciese “impermeable” a lo que le deparaba el porvenir (el neoliberalismo, la globalización). Habría que retomar los fundamentos Weberianos y tener en cuenta que “El Estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima”, de ahí que habría que pensar a fondo cuales son las bases que constituyen esta institución social para analizar las consecuencias que se derivan de dicho pacto.

Según Víctor Moncayo el Estado no es simplemente un producto del pensamiento, de la racionalidad humana, ni tampoco una esencia suprahistórica omnipresente, sino una abstracción real que nuestras acciones como sujetos dominados por las relaciones del orden burgués han construido y reproducen en forma permanente De ahí que este autor lo asocie directamente con los orígenes del capitalismo. Capitalismo-Estado, Estado-capitalismo: relación primigenia a tener en cuenta, relación decisiva de un futuro conflictivo en el que la relación de dominantes-dominados jugará un rol fundamental.

La cuestión a tratar es que la institución estatal ya fue constituida e instituida y que nos regimos a través de ella y sus supuestos, de ahí que tengamos que asumir consideraciones tales como que “el medio decisivo de la política es la violencia” según Weber. Por lo tanto, aquel ser al que le dimos el poder para que rigiera nuestras vidas y también el derecho para que nos reprimiera a través de la violencia, hoy se viene en contra nuestra, en contra de la sociedad civil, habiendo vendido su ética a los intereses del mercado y legislando en pro de los intereses de unos cuantos y no de las inmensas mayorías. Él, a pesar de todo sigue poseyendo un poder que le dimos, y que hoy nos afecta, metáfora de la creación de Víctor Franquestain. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo volver a obtener nuestro poder de decisión sin destruir esa institución que nos regula, pero a la vez sin ser reprimidos y victimas de su violencia “legitima”?

Desde el punto de vista de lo político es imposible pensar el Estado sin el uso de la violencia, como dice Weber: “La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de que el Estado se vale, pero si es su medio específico.” en otros términos, tendríamos que pensar si es posible el Estado sin el uso de la violencia ¿será que alguien obedecerá las leyes sin el temor a la reprimenda? Entonces, la solución no está en derrocar al Leviatán, tal vez está en intentar volverlo al cumplimiento de sus funciones básicas, pero si el problema es de fondo como dice Moncayo: “el Estado no es un interviniente externo en la relación de extorsión o de explotación, que seguiría situado de manera exclusiva en el mundo económico, en el reino soberano de las mercancías, sino una realidad material copresente y necesaria para la dominación. Se podrá así comprender que es, gracias a su presentación separada, independiente y autónoma, como el Estado es parte nuclear y constitutiva de la relación de dominación capitalista.” Y entonces ¿qué hacer si todo está mal desde el origen?
2. Sobre la protesta

¿Cómo resistir las arbitrariedades de un Estado vendido a los intereses del mercado? ¿Si él, supuestamente tiene el derecho al uso de la violencia “legítima” en contra de todos aquellos que atenten contra sus determinaciones? Pues la única salida de fondo que queda es revisar la noción de “violencia legitima” sobre la que fue fundamentado, según Toni Negri el concepto de Estado reposa sobre la superación de la ecuación fuerza/consensus, es decir, sobre la disimetría específica de la noción de legitimidad . O sea, que legitimidad no necesariamente equivaldría a consenso, y es aquí donde inicia el problema, por tanto que el Estado tiene para sí el uso de la violencia legitima o sea aquella que parte del consenso y no sin este. ¿Será que el Estado moderno tiene en cuenta el consenso nacional para elaborar sus políticas? ¿Será, también, que la sociedad civil ha abandonado al Estado a su suerte, en manos de unos cuantos y estos se han visto con la capacidad de deliberar a interés propio lo que les es más conveniente?

¿Qué nos queda para impedir la ejecución de políticas injustas e indebidas para las mayorías? Pues, una opción es incumplir el pacto social y todos los términos que lo componen. Podríamos fundamentar el incumplimiento en una re-evaluación de la noción de “legitimidad” que considere como tal el consenso de las mayorías para que el accionar del Estado pueda ejercer la violencia verdaderamente legítima. Según Negri, el concepto de legitimidad expresa una situación del desarrollo del Estado moderno en la cual predomina la asimetría de la relación entre el Estado y el ciudadano –es decir, la ley en virtud de la cual el Estado es más fuerte que el ciudadano porque dispone, para reproducirse, de dos formas de consenso (uno activo y uno pasivo o impuesto), mientras que al ciudadano no le queda para protestar más que una sola posibilidad: la ruptura activa del consenso-. Pero esto puede replantearse si abordamos la “legitimidad” como el consenso de las mayorías democráticas. Además, como lo enuncio Weber, la legitimidad basada en la “legalidad” es la que debemos revisar, pues la legalidad no debe ser solo aquello que está consagrado en las leyes, sino aquello que es justo para las mayorías. Entonces, tenemos aquí un punto de partida para abordar la discusión desde la teoría del Estado, según Negri el Estado no se puede definir simplemente como el detentador del monopolio de la fuerza legítima puesto que dicho Estado no es una abstracción sacrosanta que siempre se comportará de manera correcta, sino que su funcionamiento corresponde a lineamientos humanos y a todo tipo de coyunturas gubernamentales. Entonces debemos preguntarnos sobre los mecanismos de protesta ¿será que dichos mecanismos funcionan de manera eficiente para reivindicar derechos y bienestar o sólo logran hacer que el Leviatán haga uso de su fuerza legítima?

La protesta debe partir de fundamentos teóricos, debe ser pensada y re-pensada sobre todo ahora que el Leviatán ha sido derrotado y domado por las fuerzas del mercado y de la globalización… ¿cómo protestar de manera eficiente y eficaz? Es una buena pregunta ¿Dónde situarnos para elaborar la protesta sin ser victimas del monopolio de la fuerza estatal, pero a la vez lograr afectarle para forzarlo a modificar lo que se quiere democráticamente? Al final intentaré responder esta cuestión, ahora intentemos adentrarnos en las complejidades de lo político, y cambiemos de bando: ya no somos simples ciudadanos, ahora estamos del lado del poder ¿Cómo veríamos la protesta cualquiera de nosotros si estuviésemos del lado del poder? Teniendo en cuenta lo que dice Max Weber uno de los padres del realismo político: “Ninguna ética del mundo puede eludir el hecho de que para conseguir fines “buenos” hay que contar en muchos casos con medios moralmente dudosos, o al menos peligrosos, y con la posibilidad e incluso la probabilidad de consecuencias laterales moralmente malas” . Si nuestras políticas no fuesen comprendidas y si tuviésemos la certeza de que a largo plazo son buenas, ¿cómo haríamos para manejar la rebeldía y la resistencia de aquellos fragmentos de la sociedad que no están de acuerdo? Y si estuviésemos de acuerdo con Shumpeter cuando dice que las masas son torpes y que la idea de que el pueblo posee una voluntad general (buena) es falsa, además, considerando que las masas piensan casi siempre a corto plazo y que son manipulables, ¿deberíamos ceder ante ellas y afectarlas a largo plazo o lo correcto sería sostener nuestras políticas así sea haciendo uso de la fuerza “legítima”?

Analizar la protesta implica tomar una postura, y podríamos enunciar dos opciones (hay más) hacerse del lado de la naturaleza de lo político y tener en cuenta las consideraciones Weberianas y Maquiavelicas que sostienen que “quien se mete en política, es decir, quién accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca el bien y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario.” O hacerse del lado de la sociedad civil, del pueblo y tener en cuenta que el Estado nos reprime y oprime basado en la racionalidad capitalista de la dominación de clases. Parecen caminos irreconciliables, la cuestión es que a través de la protesta violenta solo se logra que el Estado haga valer el poder que se le dio, el uso de la violencia “legítima”.

Pensar la protesta implica, pensar en la naturaleza de lo político, pensar más allá de lo inmediato, pensar como si fuésemos los políticos que estamos gobernando. Protestar por protestar no tiene sentido, romper el pacto y hacer ejecutar los mecanismos de represión del Estado sin un efecto contundente que cambie la realidad que promovió la protesta, es absurdo y contraproducente. De ahí que sea necesario replantear los mecanismos de la protesta, al igual que el Estado moderno se ha transformado (vendido a los intereses del capital). Me gustaría mucho poder enunciar alternativas inteligentes en este escrito, pero por el momento solo puedo afirmar que los mecanismos violentos son, la mayoría de veces, estériles, y que por lo tanto hay que buscar unos que hagan converger compulsivamente a las grandes masas en pro del cambio. Solo así, con las masivas movilizaciones del constituyente primario, el pueblo, podrá ponérsele freno a las conductas y determinaciones indebidas que el Estado ha adoptado.

Analicemos el caso específico de la protesta en la Universidad del Valle. Cuando se asume una postura en el extremo de una coyuntura a veces se discriminan argumentos y nociones muy importantes arbitrariamente, así, cuando se está del lado de los estudiantes en una coyuntura política que parece afectar a la universidad o a un determinado sector de la sociedad se actúa apasionadamente, y sin querer, se puede ser incoherente e inconsecuente con el discurso que se abandera, por ejemplo: Cuando un grupo de estudiantes decide cerrar la universidad y bloquear el acceso de los demás estudiantes a la sede de la institución por X o Y razón, se podría ver como un hecho de protesta, pero también se podría tomar como la privatización del derecho a la educación de los demás estudiantes por parte de un pequeño grupo que no representan la mayoría de la comunidad estudiantil. Ahora bien, el hecho de que este pequeño grupo salga con capuchas a cerrar una avenida y a atacar a particulares (conductores de buses, el centro comercial de enfrente, entre otros) demanda del Estado la protección de la avenida cuyo fin es que se pueda transitar, y de los particulares, cuyo fin es que puedan habitar el sector sin temor alguno de ser heridos por una piedra o una “papa bomba”. Del Estado no salir a defender estas cuestiones y personas estaría también fallándole al pacto instituido y habilitando a los ciudadanos afectados para que se defiendan por sus propios mecanismos (¿retorno al estado de naturaleza hobbesiano?) Entonces, lo que la protesta violenta estaría solicitando de primera mano es la presencia del rostro demoníaco del Estado (Weber) por tanto que esa sería una de las manera de invocarlo.

Sigamos analizando brevemente la dinámica (¿ritual?) univalluna: el grupo de encapuchados que va a protestar decide cerrar la vía, tomársela, quitársela al Estado en acto simbólico, y pragmático, así sea por unas horas. El Estado obligado a recuperarla envía la fuerza pública, y empieza la lucha por la avenida, jóvenes encapuchados tirando piedras y “papas bombas” Vs. Agentes del ESMAD profesionalmente entrenados, con armaduras especiales, pistolas que lanzan bolas de plástico que pueden penetrar la piel a cierta distancia, gases lacrimógenos, tanquetas, y también “papas bombas” pero de mayor potencia; Además, si las cosas se salen de control, apoyo militar inmediato con armas de largo alcance, etc. ¿Quién tiene más poder? Obviamente que si hablamos de fuerza expresada a través de violencia, el Estado es el pez grande. Entonces ¿será que la manera adecuada de enfrentarlo es a través del uso de la violencia? No lo creo, tal vez deberíamos pensar mecanismos más sutiles y de mayor impacto en lo simbólico y evitar hasta donde sea posible la confrontación directa. Tal vez si el grupo de encapuchados no cierra la vía y tira papas bombas, sino que organiza campañas de socialización de las cuestiones que considera que está mal, e intenta articular un movimiento universitario consolidado y fuerte, tal vez, logre trascender la problemática social por la que se lucha, a la pelea por una calle, pelea que siempre perderán los encapuchados y con ellos la comunidad estudiantil que queda presa del estigma público de revoltosos, porque los hechos no alcanzan para catalogarnos de revolucionarios.

Repito, es necesario replantear los mecanismos de protesta, estos solo piden represión y juegan a la revolución de los años sesentas, y no produce resultados positivos, sólo quedan al final, saldos de muertos (de parte de la sociedad civil) y un ambiente de zozobra y terror que puede llegar a enraizarse en las costumbres políticas de una nación. No debemos contribuir a esto, si vamos a hacer protesta hagámosla revolucionaria, no ritualizada. La revolución implica cambios, y el ritual de la piedra ya no los produce. ¿Será que a las comunidades estudiantiles con el acceso al conocimiento no se nos podrá ocurrir algo más eficiente, y si no se nos ocurre a nosotros entonces a quién? Pensemos, tirando piedra no se va a cambiar la realidad del país, al final de la tarde después de haber peleado por la calle, el policía y el estudiante se van para sus casas y solo queda una acumulación de odios y un incremento en la polarización estudiante Vs. fuerza pública. Eso si no contamos con los heridos o los muertos ocasionales. Mientras tanto la estructura depredadora continua intacta.

Debemos domar al Leviatán para que cumpla con el beneficio y la regulación social con equidad y justicia, y creo que lo más inteligente es demostrar la soberanía del pueblo sobre el acontecer de la vida nacional. Afirmando así que el Estado no es una abstracción que se controla sola, sino que es el operario de las voluntades democráticas y que de no ser así, los representantes elegidos para que lo operen pagarán las consecuencias.

PD: Estimad@s compañer@s me duele mi gente y mi país tanto como a ustedes, si viera que logran cambios positivos con esas aventurillas revolucionarias en la pasoancho, hace mucho rato me les habría sumado. Sin embargo, me alegra mucho que se estén dando este tipo de espacios para discutir algo de tan suma importancia. Siempre quise decirles que no estaba de acuerdo con el modum operandi del tropel en las condiciones que lo llevan a cabo. Creo más en lo simbólico bien comunicado que en las vías de hecho (tímidas) en las que se busca un tropel violento que no alcanza a tener mayores repercusiones de cambio, y que además le encanta a las fuerzas represivas del Estado, deseosas de usar sus armas de muerte. Si vamos a ser violentos seamos violentos y tomemos el fúsil y alcémonos en contra de la opresión, de lo contrario juguemos con inteligencia, amor y astucia hasta agotar los mecanismos de lucha ciudadana.

Creo en el poder de los medios de comunicación, creo en la movilización de las bases sociales a través de la información y formación de conciencia en conjunto con acciones de movilización. Creo que debemos usar mecanismos más inteligentes de lucha, creo que tenemos con qué.

Fraternalmente,

Carlos Grisales



NOTA: El presente texto es regido por una licencia Creative Commons que te permite difundirlo parcial o totalmente, de manera libre pero citando al autor y sin involucrar ningún valor comercial.

Bibliografía:


1. Weber, Max. El político y el científico. Alianza Editorial. Madrid.

2. Moncayo, Víctor. El leviatán derrotado. Reflexiones sobre teoría del Estado y el caso colombiano. Norma, 2004.

3. Shumpeter, Joshep A. Capitalismo socialismo y democracia. Editorial Folio.

4. Hobbes, Thomas. El Leviatán. Alianza editorial. Madrid.

CAPITALISMO DE FICCIÓN



“El capitalismo de producción trataba de exprimir nuestras fuerzas físicas sin importarle el dolor, el capitalismo de consumo trataba de exprimir nuestros sueños con ocuparse de nuestros desvelos, pero el capitalismo  de ficción hace su negocio procurando mimarnos.” [1]

                          Vicente Verdú

Por:
Carlos Andrés Grisales Tabares[2]


Revisar el correo varias veces al día y pasar horas chateando por skype con desconocidas(¿os?); meterse a páginas porno en las que se contagian  cibervenéreas (virus que cada cinco minutos preguntan  si quieres sexo y relentizan el funcionamiento del sistema operativo); acceder a imágenes satelitales de todo el planeta en Google Earth, como en el film Enemigo público; Jugar en línea Counter Strike, donde se puede elegir ser terrorista o antiterrorista. Estas, y  otras actividades son el pan de cada día de millones de usuarios del Internet. Yo, que de vez en cuando uso la vieja máquina de escribir y ando en bicicleta, me di a la tarea de probar e indagar sobre algunas de las actividades más frecuentes en la red y esta fue mi experiencia.   

Una amiga me mostró las tetas por el skype. Casi me empeloté ante una supuesta vieja que no prendió la cámara nunca pero me calentó mucho, al final creo que resultó siendo un homosexual morboseándome y que la foto que tenía en el msn era bajada de Internet. Es que uno a veces es muy inocente. Jugué The World of War Craft y no construí ningún imperio ni nada que se le asemeje,  como si fuese un ciberanalfabeta. Me cansé de intentar aprender a usar el montón de comandos para jugar y me metí a algo que no fuera un juego: Second Life, un mundo virtual en el que puedes vivir dizque una “segunda vida”. Se debe crear un muñeco (Avatar) a imagen y semejanza de lo que uno quiera, puede hacerse parecido a uno, o todo lo contrario.  Es algo así como una plataforma social para crear contenido virtual interactivo.

Discovery Chanel sacó un documental hace unos años llamado “La era del video game”. Entre algunos de los datos curiosos están estas perlas: el 80% de los Avatares femeninos son jugados por hombres. En Second Life  hay que comprarles ropa a los avatars, hay que comprar la casa para vivir y salir a rumbear, hacer vida social, pagar impuestos virtuales con dinero de verdad. Anualmente se mueven más de 2.7 millones de dólares (reales) en el “juego”. Hay centros comerciales y firmas como American Apparel, Coca Cola, Mc Donald´s, Adidas, Levis, entre otras, tienen locales allí para que tengas tu avatar (álter ego)  a la moda. También algunos políticos tienen sede, la gente se puede casar dentro  de la plataforma virtual, han ocurrido movilizaciones sociales como protestas y conciertos de artistas (U2 entre otros);  estamos hablando de más de 6 millones de personas que tienen su Avatar en este lugar y pagan una cuota mensual por la existencia del mismo.

El sistema genera los catalizadores para el aburrimiento de los explotados, nos entretiene, nos permite jugar con nuestros yoes, ser otros, y ni siquiera en estos mundos virtuales se deja el dinero a un lado: todo cuesta, hasta para escaparse de esta realidad (neoliberal) a través de la red,  se necesita dinero.


     

Hay otro sitio llamado “Entropia”, similar a Second Life, pero futurista, tiene más de 4 millones de usuarios. Todos estos cibermundos  permiten poseer los derechos de propiedad intelectual sobre los objetos que uno crea, por ejemplo, armas y naves en Star Wars, diseño de modas en Second Life, etc. Hubo un tipo que hipotecó su casa en Miami para comprar un club nocturno virtual en “Entropía”  y recuperó su dinero en menos de un año cobrando  la entrada (con plata real) a la discoteca virtual; ganó 100.000 dólares en 6 meses, ahora tiene un centro comercial (virtual) y por cada local cobra 750 dólares  mensuales de alquiler. Dinero real a través de un mundo virtual.

Julian Dibell autor de “Play Money”, estuvo un año estudiando las economías virtuales, mirando cómo hacer plata dentro de estos mundos. En su libro explica estrategias para ganar dinero en estos sitios, lo vende en Second Life y también en el mundo real; se puede obtener una copia autografiada por  Diebell gastando sólo unos cuantos dólares. Las relaciones sociales que se están gestando en estos mundos virtuales generan tal expectativa que hay reporteros enviados a registrar lo que está ocurriendo, como el caso de Wagner James AU que lleva más de un año transmitiendo el acontecer  social de Second Life (http://nwn.blogs.com/). Tiene su Avatar allí y en el gremio ostenta el título de “periodista de nuevas tecnologías y medios virtuales”.

Luego de mucho intentarlo me aburrí de navegar en Second Life porque mi conexión es muy lenta, y en Colombia no es que tengamos muy buen ancho de banda. En Norteamérica la conexión mínima es de 5 megas y las mejores tienen hasta 7 Gigas por segundo. Yo me conecto a 2 megas; hagan la cuenta; imagínense cómo se movía mi pobre muñeco, era como un discapacitado, así que me salí y además no les iba a dar mi plata.    

La pregunta es ¿por qué tanta gente acude a estos mundos virtuales? ¿Es más fácil entretenernos y dejar que todo pase simplemente volteando la cara hacia el ordenador? El sistema aprieta pero no ahorca, bueno si ahorca, pero no a todos. Que viva el cibersexo, la fantasía, y la diversidad de yoes, mestizaje absoluto del capitalismo de ficción, pero no olvidemos el compromiso con lo “real”. A fin de cuentas, y por muy vivénciales que puedan ser otros mundos a través de las nuevas tecnologías, siempre tendremos algo que ver con el aquí y el ahora, siempre habrá una responsabilidad política mientras portemos el título de ciudadanos.

¿Cuál es el rol del Capitalismo de ficción en todo este asunto? Vicente Verdú autor del libro “El estilo del mundo, la vida en el capitalismo de ficción”, afirma que este es una transformación del sistema que busca producir una nueva realidad. Según él, estaríamos presenciando la más exitosa fase del sistema, tan definitiva, que él mismo desaparece como organización social y económica concreta para transformarse en civilización,  y se esfuma como artefacto de explotación para convertirse en mundo a secas. Todo es engullido en esta mutación del sistema, hasta la revolución o el terrorismo se convierte en parte de su espectáculo.

Las nuevas tecnologías están al servicio del capitalismo de ficción ya que fueron engendradas en su seno. Y mientras todos creen jugar, divertirse, entretenerse y estar a la moda, los gobiernos de turno, y las multinacionales se enriquecen insaciablemente a costas de la calidad de vida de millones de personas, naciones y generaciones. Las corporaciones gastan  millones de dólares anuales intentando vendernos sus productos por cualquier medio, siendo la publicidad comercial el discurso más expandido y persuasivo que se haya articulado en la historia de la humanidad.

Debemos (intentar) llamar a las cosas por su nombre. La forma de vida de la actual sociedad de consumo no obedece a patrones biológicos, es sólo una manera de vivir entre muchas. Las nuevas tecnologías, lastimosamente, están siendo explotadas con el propósito de vender y entretener, o entretener y vender, aquí el orden de los sumandos no altera el resultado: disminución de la calidad de vida por una tergiversación de satisfactores básicos. No necesitamos ropa para vestirnos, necesitamos Levis, Diesel, Lacoste. No necesitamos calzarnos, necesitamos Niké, Fila y Adidas. No necesitamos transportarnos de un lado a otro, necesitamos un Audi, una BMW, un Mercedes. No necesitamos comunicarnos, necesitamos el celular de última tecnología, así no lo sepamos manejar, ni aprovechemos todo lo que tiene el aparatejo.  La moda es una fecha de caducidad ficcional que él mismo sistema le coloca a las mercancías para dinamizar la producción y las ventas. Mejor dicho, lo que necesitamos es plata,  porque hasta para habitar un mundo virtual hay que pagar y no es nada barato. Así que a trabajar, trabajar y trabajar.   

Uno de los temas más elaborados y potenciados en el Internet es la sexualidad, desde las páginas porno “normalitas” hasta las más aberrantes, desde las salas de chat porno con video en la pizarra principal, hasta el skype que nos permite tener mil contactos, flirtear y masturbarnos con ellos si la energía vibra, si la libido corre a través del cuadro de texto, pero sin que en el fondo nos puedan tocar, y cuando nos aburrimos simplemente cerramos la sesión.

Hay un fenómeno en Internet llamado síndrome de la “falsa lesbiana”, son los tipos que se hacen pasar por mujeres para conversar con mujeres. El otro día chatié disfrazado de mujer, creo que con otra falsa mujer; imagínense, dos falsas lesbianas morboseandose. Después de 15 minutos ambas(os) teníamos sospechas y nos despedimos con una extraña sensación. Igual, es un ejercicio interesante para estimular el lado femenino en aras a comprender más a las damas.

En cierta ocasión estuve saliendo con una “niña de casa”, muy bien puesta, muy juiciosita. Luego de un tiempo me di cuenta de que era una ciberdiabla, que le encantaba estar en chats porno y que los hombres le dijeran guarradas por msn mientras se masturbaban viéndola. Si me hubiese contado que le gustaba eso yo le habría dicho las guarradas, pero bueno, la cuestión es que en aquel entonces yo no había experimentado aquellas cualidades del Internet y entonces decidí darme a la tarea de explorarlas.

En una ocasión estaba con una amiga y había quedado de conectarme para chatear con una mexicana de 20 años que era corrompidita, a la mexicana le gustó mi amiga y se la empeloté por la cámara: un cibertrio. Lo curioso es que hace poco hablé con mi amiga y me contó que estaba trabajando en un sitio porno por Internet y que ganaba bien. Las nuevas tecnologías democratizan el mercado laboral. El cibersexo es una maravilla: presencia y ausencia, presencia (virtual) del coito, ausencia de algunas de las retrogradas reglamentaciones sociales. La pregunta es si aquella “niña de casa” (la ciberdiabla de la que les hablé hace un momento), fingió sobre su  identidad ¿Identidades falsas? Los cibernautas aseguran que es un error llamar esa conducta así, pues muchas veces la identidad que uno se ve obligado a adoptar en el mundo real es mucho más falsa y condicionada.

Tal vez ustedes ya sabían de todo esto y mucho más que yo. Probablemente son unos duros jugando The World of War Craft y tienen hasta 10 Megas de conexión a Internet,  Avatar con casa y pinta dominguera en Second Life, están curtidos de chatear y masturbarse por la red, tienen dos mil amigos en facebook (se me olvidó contarles de éste; igual me imagino que ya saben). La cuestión es que lo que encontré en la mayoría de estos lugares, aparte de maneras de hacer una supuesta “vida social”, fueron escapes a esta aburrida y enajenante realidad, que para algunos de nosotros, acomodados y entretenidos, no lo es tanto. El capitalismo de ficción se ha hecho omnipresente y sus reglas se han naturalizado. La meta, en todos los casos, es ser felices sin preguntar nada más. De esta manera limpia y sin tanto problema, el sistema resuelve el antagonismo entre la dicha y la desgracia. No estamos mal, sólo un poco aburridos. Y las nuevas tecnologías están allí para brindarnos placer y entretenimiento, pero también educación y fácil acceso al acontecer global… y… más placer y más entretenimiento.

Material utilizado:
- Verdú, Vicente, El estilo del mundo, Anagrama.
- Ibáñez, Jesús, Por una sociología de la vida cotidiana. Siglo XXI  España Editores.
- La era del video game. Discovery Chanel. Emitido en agosto de 2007.
- Fotos tomadas de Second Life


[1] Verdú, Vicente, El estilo del mundo, Anagrama. P. 130.
[2] Comunicador Social y Periodista de la Universidad del Valle. Director y productor general del proyecto Prometeo http://prometeo.org.co, docente de comunicación social en la Fundación Tecnológica Autónoma del Pacifico.

AFROASCENDIENDO

“Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual.”

Martin Luther King.


Escrito por Carlos Grisales.


UNA TERRIBLE CRIATURA

El evento en contra de la violencia a las mujeres afrodescendientes era mi última parada, ya había entrevistado a un líder político, a un académico de talla internacional y a Lucrecia Panchano una poetisa negra. En la clausura del evento, se iba a presentar Lucrecia y yo había quedado de grabarla en video. Cuando estaba llegando al sitio me interceptó la llamada de una amiga muy especial, le dije que llegara y me acompañara sin medir las consecuencias. Al momento ya estaba conmigo, tenía sus grandes tetas cubiertas por una blusa estraple. Su cara coqueta y picaresca brillaba como un sol, mientras su redondo culo se meneaba. Contenida en esa ropa parecía una bomba sexual a punto de estallar, Lidya está más viva que muchas personas que presumen estarlo. Me gusta observarla, aunque a veces me provoca estrangularla. Es muy inteligente, creo que en ocasiones es poseída por Séneca, Nietzsche y William Burroughs, todos juntos y por separado.


Entramos al auditorio repleto de mujeres negras, hombres habían muy pocos. Todas eran como guerreras legendarias, de contextura gruesa, miradas fuertes y llenas de sabiduría, la mayoría pasaban los 30 años. Sentí mucho respeto al ver reunidas ahí a todas esas mamás negras intentando arreglar el mundo, poniéndose de acuerdo para hacer algo. Había comisiones de Costa Rica, de Ecuador, y no sé de donde más, era un evento grande. Entramos y Lidya hizo una pasarela tremenda, creo que era la única blanca en el recinto. Elegimos unas sillas de primera fila y posó su culote con la espalda arqueada hacia adelante como una yegua fina. Éramos invasores. Pero yo tenía que grabar a Lucrecia, y Lidya era mi casual invitada. No éramos invasores del todo. Lidya me miraba y se reía, me le acerqué y detecté al tetrahidrocannabinol (THC) en su sistema nervioso central. “¡Mierda!” dije para mis adentros, donde esta mujer no se comporte aquí nos linchan, era un evento serio. Cada una de esas mujeres era varias veces más fuerte que yo. Pero estaba dispuesto a grabar hasta morir. Intenté concentrarme en el evento para poder coger alguna imagen mientras llegaba Lucrecia pero Lidya estaba estresada y me decía que fuéramos a darnos una vuelta mientras tanto, luego le dieron ganas de orinar, luego hambre y luego sueño. En el corredor estaban vendiendo artesanías y chontaduro, mi amiga pidió uno con el acento más gomelo que se haya emitido en la historia del lenguaje articulado. “¡Dios mío!” dije de nuevo para mis adentros y sonreí. “Me regggAlaS MielG porgfavorg” dijo mientras agarraba el tarro y lo apretaba hasta que la miel se le chorreaba por los dedos. Mordió un pedazo chiquito de chontaduro pero se comió toda la miel, luego volvió y agarró el tarro y lo apretó y lo apretó, la miel se escurrió y se escurrió, la señora morena se iba poniendo roja de la piedra al ver como esta terrible criatura le gastaba la miel. En un momento que Lidya dejó el tarro sobre la mesa la señora lo agarró y lo puso al otro lado donde ella no lo alcanzara y no aguanté y también me fui a dar una vuelta. Sufrí por la miel de la señora, no quise ver lo que seguía, era exagerada con la miel, creo que se la echó toda. Lidya no fue tan boba como para pedirle más pues sabía que se podía ganar una garnatada o como mínimo un regaño justificado. ¡Se mama medio litro de miel por un chontaduro de 500 pesos, no joda!
To be continued…

Mis ideas pivoteaban entre la historia de mis hermanos afro, mi racismo, y el racismo de mi amiga, nos decimos que no somos racistas pero todos lo somos, hasta ellos mismos practican el Endoracismo. El racismo se puede sentir y ejercer de maneras tan sutiles, que es hipócrita no aceptar que tanto bombardeo publicitario con estereotipos de lo bello no ha surtido ningún efecto sobre nuestra moral. Parece banal e irrespetuoso empezar este reportaje con las tetas y el culo de mi amiga enmariguanada pero era para poderme meter dentro de ustedes e implosionarlos y volarles ese racismo hipócrita a la mierda. Ya estoy dentro así que ya nada pueden hacer. Primero, sólo existe una raza, la humana, la noción de raza fundamentada en una pigmentocracia ha sido mandada a recoger por estudios genéticos que demuestran que sólo se puede hablar de la raza de homo sappiens sappiens. Todos los seres humanos poseen evidencia interna negra del cerebro de su campo común Origen Del Africano Negro. Toda la zona negra del nervio del neuromelanin del cerebro es prueba profunda que la raza humana es una raza negra, con muchos variaciones del negro. Segundo, mientras no sepamos quiénes somos y de dónde venimos no podremos saber hacia dónde vamos, es necesario revisar nuestra historia, la historia del mestizaje, el descubrimiento de América, la diáspora Africana, cuales son las consecuencias de nuestro pasado, sólo ahí podremos comprender porque estamos así y que nos depara el futuro.


DIMAS

Realicé tres entrevistas en dos meses, mi primer entrevistado fue Dimas Ernesto Orejuela Micolta Vocero de las comunidades negras en el espacio de la consultiva departamental del Valle del Cauca, en representación de las organizaciones y comunidades afro de Cali. Dimas comienza diciéndome que África es la cuna de la humanidad y que hace 4.000 millones de años cuando el hombre comenzó a buscar nuevos horizontes y salió de allí a diferentes regiones con climas y condiciones distintas se originaron algunas variaciones en la tonalidad de la piel y de algunos rasgos físicos como la nariz, los labios, etc. Mejor dicho, que todos somos afrodescendientes porque todos venimos de África. Las comunidades afro utilizan el término como una reivindicación política. Dimas asegura que a los esclavos se les despersonalizó al llamarles Negros “Es diferente decir una persona negra a decir un Negro”... “Me encanta que me llamen por mi nombre, no por mi color de piel.” El término “negro” es asociado, según Dimas, peyorativamente, me citó el diccionario de la Real academia de la lengua en el que la palabra se ejemplificaba así: “un mal día, día negro”, “Casa en obra negra, inacabada”, “aguas negras, contaminadas”, etc., etc., etc. Con este argumento, pero más elaborado, tumbaron aquel comercial-campaña de “Las estrellas negras”, “Las estrellas no son negras, son azules, hay que buscar otra forma de nombrarlas si se quiere expresar algo malo con ellas”. Sin embargo, mi estimado Dimas, para el caso de las artes marciales, el cinturón negro representa el máximo poder, el grado de conocimiento más elevado, de mayor sabiduría, control de las técnicas y letalidad, sólo por nombrar un ejemplo contrario.
Algo de lo que más me llamó la atención en la entrevista con Dimas fueron los reclamos de la deuda: “Hay una deuda histórica de la nación colombiana, del pueblo colombiano, de las personas colombianas con nuestro grupo étnico, porque la riqueza que tienen hoy el grupo económico LLoreda Caicedo, el grupo económico Carvajal, el grupo económico Ardila Lule, el grupo económico Garcés, el grupo económico Sarmiento Lora, si revisan esas riquezas obedecen a las haciendas en el pasado, donde nuestros abuelos trabajaron, dieron su vida. Donde nuestros ancestros les construyeron las riquezas. Es tan ilegal la riqueza de esas familias porque se hizo sobre la base del secuestro, del robo, del aniquilamiento, es tan ilegal como la del narcotraficante que hoy se cuestiona.” Dimas estaba con su niña en la cabina de radio donde yo lo entrevistaba, me hablaba fijo a la cámara, con palabras pausadas, sin odio, su mirada era aguda como una navaja, sus manos fuertes se entrelazaban con los argumentos revisando la vida de sus ancestros. A veces miraba a su hija de reojo que se había quedado dormida. Cuando comenzó a hablar de etnoeducación la despertó, la cargó y me dijo: “La idea es trabajar con la gente para que sepan cuál es su rol, cuál es su lugar, que nosotros vinimos no a repetir ni a profundizar una crisis racista en un Estado como el nuestro, nosotros venimos a transformar ese racismo y a decir: ¡han sido racistas con nosotros pero nosotros no somos racistas con nadie. Nosotros venimos a decir trátenos como personas que nosotros tratamos como personas! Desde ahí viene el respeto, viene el trato con dignidad. Tenemos las capacidades para reconocernos como pueblo, y eso es lo que queremos darles a los jóvenes: reconózcanse como hombre, como mujer negra, como pueblo negro, de ahí la importancia de la etnoeducación”.
Esta entrevista me abrió muchos interrogantes, y enlazándola con un texto de Rafael Pereachalá Alumá escrito para la Comisión de Equidad Racial el año pasado quedo con más expectativa sobre el tema. Alumá dice que la discriminación racial y el esclavismo fueron aprobadas por los grandes pensadores como Platón y Aristóteles, unos de los pilares de la sociedad occidental, con la posterior alcahuetería de la iglesia católica que también se lucró con el sudor y la sangre de los hermanos afro. Me emociona ver a los hombres y mujeres negros levantando la cabeza, diciendo que a pesar de la mierda que les han hecho durante tantos siglos aquí están y van formulando la ley 70 de 1993. Acaban con el Apartheid en Sudáfrica, Lidera Luther King una marcha con 200.000 personas en Washington. Y la revolución haitiana, baños de sangre tumbando a todos los políticos o monarcas cuando les daba la gana. Lo tenaz de lo que dice Alumá es que coincide con lo que dicen grandes intelectuales como Nietzsche en “el crepúsculo de los ídolos”, John Ralston Saúl en “Los bastardos de Voltaire”, Cornelius Castoriadis en sus “Reflexiones sobre el “desarrollo” y la “racionalidad”, Leopoldo Zea en su “Discurso desde la marginación y la barbarie”, Walter Mignolo, Anibal Quijano y Santiago Castro Gomez, los tres en “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales” etc., la lista es mucho mejor y más larga, estos son los que yo conozco y aún no conozco nada. Nosotros, los mestizos y afrodescendientes, producto del colonialismo debemos elaborar y hacer respetar nuestra visión del mundo, crear nuestra propia noción de desarrollo, ¿o es que vamos a copiar el modelo de desarrollo gringo?, no nos alcanzaran 20 planetas tierra para que todo el mundo viva contaminando y consumiendo de esa manera. ¿Quién dijo para donde debemos ir? ¿Será que los pueblos latinoamericanos estamos obligados a seguir modelos fracasados que destruyen al ser humano y a su entorno como el modelo Neoliberal y consumista de la sociedad capitalista? Pero vaya uno e intente cambiar este modelo que tiene a un selecto grupo de familias en el poder enriqueciéndose a costillas del pueblo.
Dimas tiene una fundación de afrodescendientes llamada kaduven Benkos Biohó en honor a Benkos Biohó un guerrero negro que se le voló a sus captores cuando lo llevaban para Cartagena como esclavo y les creó un ejército de negros que controló los Montes de María por allá por el año 1560. Benkos Biohó y su grupo se dedicaban a planear fugas para liberar a otros negros cimarrones (esclavos rebeldes) en aras a emanciparse. La cuestión es que Dimas con el grupo de compañeros de la fundación entre otros organizadores invitaron a la senadora Piedad Córdoba para hacerle un homenaje público el día de las madres y reconocer el valor de las batallas políticas de esa negra verraca viene dando. Piedad no pudo llegar porque estaba en la Cumbre de Rio con Chavez, pero se comprometió asistir dentro de ocho días para conversar con los univallunos interesados en el tema del acuerdo humanitario. Pues como la negra es asociada con comunistas y guerrilleros por declaraciones del gobierno paramilitar de Álvaro Uribe y que esto no suene a frase de cajón: “¡gobierno paramilitar de Álvaro Uribe Vélez!”, al tipo le han metido a la cárcel casi a la mitad del congreso por vínculos con el paramilitarismo, hay unos que lo están delatando como gran líder paramilitar y no pasa nada, el tipo tiene hasta familiares en la cárcel por paramilitarismo. Pero no estamos hablando de Uribe, estamos hablando de las comunidades afro y la política. Resulta que el grupo de asesinos paramilitares llamado las “Aguilas Negras” envió una lista de estudiantes al rector para ser asesinados en la Universidad del Valle entre ellos están Dimas Orejuela y el grupo kaduven Benkos Biohó organizadores del evento con la senadora Piedad Córdoba. Esto está pasando frente a nuestras narices. Las comunidades afro se organizan, se informan y de inmediato les caen a amedrentarlos con amenazas, pero ni así podrán evitar que las grandes masas se movilicen y que todos juntos marchemos por la construcción de una mejor sociedad.


AGUSTÍN LAO

Mi segundo entrevistado fue el profesor Agustín Lao Montes un puertorriqueño Ph.D en Sociología de la Universidad de Binghamton y Profesor del Center for Latin American, Caribbean and Latino Studies de la Universidad de Massachusetts. El profesor Agustín lo primero que hizo en su presentación fue identificarse como afrodescendiente. Le disparé a quema ropa: “hábleme del legado del colonialismo esclavista. De la escala pigmentocrática. De la pirámide racial. De las enfermedades etnosiquiatricas. Del Endoracismo, procesos de “Blanqueamiento”, etnoeducación…” El hombre me respondió: “no sabía que me ibas a grabar con cámara, espérate me cambio ésta camisa”. Y salió de la habitación con una especie de túnica, lleno de collares de santería, una candonga en la oreja, un bigote (El bigote y la candonga los traía desde que llegó).
Bastante impresionante la argumentación del profesor. Se remitió de inmediato a la noción de Sistema mundo moderno capitalista. Luego pasó a desarrollar la invención de la racialidad, junto con la invención del otro, la invención de América, África, y la invención de Europa. El inconsciente racial. Las tres formas de racismo: estructural, institucional y cotidiano. Me dijo que las cifras registran aproximadamente 1´000.000 de afrocolombianos desplazados por el conflicto colombiano pero más puntualmente por los paramilitares que están ejerciendo mayor presencia en el Litoral Pacífico. Y lo mejor de todo fue la profecía con la que cerró cuando me estaba hablando de la situación de marginalidad en la que viven las comunidades afro en Cali: “… Ahí en esos movimientos, en ese carácter vibrante de la cultura popular, en lugares como el Distrito de Agua Blanca y en particular de las culturas populares afro, ahí es donde está la esperanza de vida de este país.” Me habló maravillas de la ley 70 de 1993 que les reconocía el territorio a los pueblos afrocolombianos. Me dijo que era una de las mejores leyes que se había ganado para la lucha de los afrodescendientes en el mundo. Pero que es curioso que a los 15 años de promulgada la ley se estén produciendo masivos desplazamientos del litoral pacífico y las tierras están quedando en manos de otros, de los mismos de siempre. El 80 % de este país está en los bolsillos de menos de 2000 familias. Somos más de 44 millones de colombianos.
Hace dos años me leí un texto sobre la colonialidad del saber y colonialidad del Poder escrito por Walter Mignolo y Anibal Quijano. Dicen algo así: “El imaginario del mundo moderno/colonial no es el mismo cuando se lo mira desde la historia de las ideas en Europa que cuando se lo mira desde la diferencia colonial: las historias forjadas por la colonialidad del poder en las Américas, Asia o África.” El profesor Agustín Lao resultó siendo amigo de Walter Mignolo. Mejor dicho la pesada, me queda de patas arriba sintetizarles todo lo que me dijo. Lo que me quedó sonando más fue lo de la “invención del otro”, hace referencia a los dispositivos de saber/poder a partir de los cuales se construyen las representaciones del “otro”. El problema del “otro” debe ser teóricamente abordado desde la perspectiva del proceso de producción material y simbólica del que hicieron parte las sociedades occidentales desde el descubrimiento de América. Mejor dicho, para adelante compañeros afrodescendientes que la batalla es larga, aún ahora siguen esclavos (como la gran mayoría de gente con sueldos miserables, trabajando no para vivir, si no para sobrevivir), ¿o es que quiénes hacen los trabajos más pesados y peor pagados de este país sino son los afrocolombianos? Todo hombre y mujer negra debiera ser revolucionario hasta que esta situación se iguale, hasta que haya equidad, en los bancos no atienden cajeros afrodescendientes o por lo menos no en los bancos de Cali y en esta ciudad más del 55 % de la población es de piel negra.

LUCRECIA PANCHANO

La conocí hace poco en el día de la mujer, la habían invitado para que recitara su poesía en homenaje a Piedad Córdoba en la Universidad del Valle. Ese día el avión en el que venía Piedad con Chávez desde la Cumbre de Rio se desvió hacia Cuba y Piedad no pudo llegar al homenaje que le tenían preparado las organizaciones afrodescendientes. El caso es que el auditorio estaba a reventar e igual se realizó el acto, había tantas mujeres y hombres de piel negra con miradas valientes y sonrisas de esperanza agremiados allí. Lucrecia declamó “África grita”, luego “Mujer litoral” con el primero me ericé, con el segundo lloré, sí, soy un llorón ¿y qué? Todos aplaudimos de pie por largo rato. Al final del evento me le acerqué, le di un beso y le pedí el teléfono para la entrevista. Cuando llegué a su casa me recibió con un jugo de lulo con hielo (para refrescar el espíritu) y unos pasaboquitas de yuquitas fritas. Estaba emocionada como una niña, cuando fui sacando la cámara se me asustó y me dijo que se iba a cambiar. Llegó con una cachucha porque el turbante rojo la hacía quedar igualita a Piedad Córdoba. Me disparo a mansalva con versos y yo aún no tenía el trípode armado, me tocó cámara en mano. Recitaba un poema tras otro de memoria y ahí se fueron juntando en mi alma lo aprendido en las entrevistas con Dimas y Agustín Lao, mi ancestro, mi familia, mi abuelo es negro, yo soy casi que negro, ¡África grita! Lucrecia brilló como un sol durante dos horas, me recitó sus versos y algunas historias de su hermosa vida.
AFRODESCENDENCIA

Afrodescendencia, inevitable consanguinidad
Que atravesó distancias y fronteras,
Que desafió pigmentación e identidad,
Que superó escollos y barreras.

Sangre que quema, corazón que aprieta,
Es África que grita entre las venas
Ancestro que aprisiona, que sujeta,
Que exige libertad y no cadenas.

Madre África distante y latente,
Grito sin eco, rabias contenidas,
Siempre y por siempre estarás presente,
Eres parte vital de nuestras vidas.

Madre África, somos tu descendencia
Y en la sangre llevamos tu presencia.
Lucrecia Panchano

No creo que haya averiguado algo nuevo para ustedes y mi intención de implosionarlos fue pretenciosa. ¿Cuál es el aporte a la discusión política sobre las comunidades afrocolombianas que hace este menesteroso reportaje? Ninguno, pero a mí me sirvió mucho para mirar bien adentro, soy mestizo y afrodescendiente. Uno puede saber cosas pero no siempre comprenderlas.

UNA TERRIBLE CRIATURA (Continuación)

Lidya me mira y se ríe, me dice: “vamos por un porro”, y yo le hago mala cara porque lo dice muy duro y todos en el evento en contra de la violencia a las mujeres afrodescendientes están escuchando… entonces hace una mueca y me dice susurrando: “¡godo!”... Suelto una carcajada y varias señoras nos miran muy serias. La agarro y le doy un beso en el cuello cerca de la oreja.
Lamento lo que ha pasado compañeros Afro. A los indios y mestizos también nos han sometido a toda clase de humillaciones ancestrales. Pero ya nos vamos levantando los pueblos oprimidos y esto tendrá que cambiar. ¡Vamos juntos sudacas, dejemos de buscar identidades importadas! (quiero que Lucrecia recite “Mis dos razas”).
Llevábamos tres horas en el sitio y Lucrecia nada que salía a declamar, Lidya estaba cabeceando y cuando se despertaba me puteaba. Nos fuimos para la casa a dormir, Lidya me pregunta: “¿si alguna vez te preguntaran cómo era yo, cómo era en realidad Lidya, que contestarías?” Cuando vi a Lidya en la ventana pensé en Truman Capote, ella vino a acostarse y le susurré: “diría de ti que eres una terrible criatura”, no me escuchó, se acercó, me dio un beso, se giró y empujó su gran culo de manera precisa y ergonómica hacía mí.
¡I have a dream! En el que los pueblos suramericanos se unen en contra de la opresión, la inequidad y luchan con sus vidas por la construcción de una sociedad más justa y de un mañana mejor, parece que padeciéramos de tiranía generacional y no quisiéramos legarles más que miseria a las generaciones venideras. ¡Que viva la revolución bolivariana!. No podemos simplemente flotar y escalar socialmente para saciar nuestros egos con títulos universitarios, comprarnos los carros y las casas y envejecer en burbujas de comodidad mientras las grandes mayorías padecen la miseria y la discriminación, recordemos que “el otro soy yo, que el marginado soy yo, que el revolucionario soy yo, todos somos yo”, retomando el discurso de las Madres de la plaza de mayo. Cambio y fuera camaradas afrodescendientes, indios y mestizos o sea todos, hablo con ustedes. Hablo conmigo.
PD: y a las “águilas negras” les pido que por favor se retiren de la Universidad del Valle, de la ciudad de Cali, del Valle del Cauca, de Colombia, del mundo, ¿es que acaso no entienden que detrás de cada hombre y mujer que asesinan viene otro hombre y mujer mejores que los anteriores a remplazarlos?
Agradecimientos especiales:
- Jeny Girón
- Lucrecia Panchano
- Dimas Orejuela
- Agustín Lao Montes
- Jesús Becerra
-Saludo especial a mi compadre Jaime Alfaro bastante racista el hombre por cierto.

Material utilizado:
- De la ideología racista. Rafael Pereachalá Alumá. Comisión de equidad racial. Bogotá, septiembre 25 de 2007.
- La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. (Compilado por Edgardo Lander). Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO, 2005.
- Los bastardos de Voltaire, la dictadura de la razón en occidente. John Ralston Saúl, editorial Andrés Bello, 1992.
- El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche. Biblioteca Edaf, 2002.
- Discurso desde la marginación y la barbarie. Leopoldo Zea. Instituto cubano del Libro, La Habana. Centro Editorial Universidad del Valle, Cali 1995.
- Entrevista a Dimas Ernesto Orejuela Micolta.
- Entrevista a Agustín Lao Montes.
- Entrevista a Lucrecia Panchano.