Deambulando por lo que parece ser un universo dinámico, de paso por la vida, transformando el instante en eternidad y viceversa. Encontrandome y tal vez encontrandote en medio de una apacible calma que antecede algunas transformaciones como el amor o la muerte, creyendo en lo que es, lo que puede ser y lo que será.

jueves, 8 de abril de 2010

Por quien votaré para elecciones presidenciales?

Para las/os que me preguntan por quien votaré en las proximas elecciones a la presidencia de Colombia, les digo que por Petro a pesar de que Mockus me parece una opción formidable para estar a la cabeza de este país, sin embargo no puedo dejar de reconocerle al Polo su trayectoria política y mucho menos a Gustavo Petro, guerrero de antaño que ha sostenido tantas luchas en estas sufridas tierras. Mockus también, nada más y nada menos que enfrentarse a la administración de Bogotá, su trampolín hacia la presidencia. Veo en Petro la maduréz política para lidiar con lo que se venga sicarios económicos, entre otros. Y veo en el Polo ha pesar de algunas inconsistencias un partido que obtuvo más de 3´000.000 de votos en las pasadas elecciones para presidente con Carlos Gaviria. Esperemos que lleguen buenos tiempos para nuestra América. Les comparto un artículo de Fernando Dorado, que me llegó al correo sobre Petro, muy interesante.        

Baco


Petro, el mejor pero…
Fernando Dorado
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Gustavo Petro ganará todos los debates presidenciales. Sin embargo, los efectos electorales serán limitados. Petro domina holgadamente en ese terreno a sus competidores pero no va a lograr la Presidencia de la República.

Es el candidato con mejor comprensión del momento político pero no es el gobernante para el país del momento. Es quien mejor dice las verdades pero muchos piensan que no habla con la verdad.

A Petro le cobran como al que más su pasado insurgente; con todo, el insurgente de su pasado es mil veces más reivindicable que cualquier político uribista del presente. La actual guerrilla lo sabe, por eso lo odia, porque es un mensaje viviente de Paz y un recoderis de que “el fin no justifica los medios”.

Petro es un candidato que tiene partido pero su partido no cree tenerlo a él. Al ver y actuar más allá de un estrecho círculo, el estrecho círculo desconfía de él.


Al desenmascarar el contubernio entre el paramilitarismo y políticos uribistas, Petro quería construir legalidad democrática (separar la mafia del Estado). En venganza, el establecimiento ilegal lo convirtió en una especie de “justiciero de la guerrilla”. Así, trataron de anular su acción y lo hicieron sujeto de rechazo.

Esa legalidad democrática, por la que Petro tanto luchó, ahora está personificada y reivindicada por Antanas Mockus. Petro ayudó a construir a Mockus, pero Mockus no puede reconocerlo porque – a pesar de su rectitud y honestidad - sería “políticamente incorrecto”. Todos lo saben y en voz baja lo aceptan.

Petro ha llamado a construir un acuerdo por la verdad con las fuerzas sanas de la nación, pero su pasado guerrillero – no suficientemente expiado por la sociedad, aunque sí por él – hace que muchas personas decentes que nunca han arriesgado como él, lo perciban injustamente como si fuera alguien indecente.

Petro trata de construir una verdadera izquierda democrática pero nuestra izquierda le teme a la democracia. Él propone ser gobierno, pero la izquierda sólo sabe hacer oposición. La visión insurreccional es un obstáculo para la acción institucional.

Petro se tuvo que quedar solo con la izquierda porque a los tres ex-alcaldes les dio miedo que les ganara la consulta. Al permanecer con la izquierda, así parezca paradójico, Petro puede cumplir una tarea histórica: modernizarla y proyectarla hacia el siglo XXI.

Él sabe que el sector llamado “democrático” de su partido, que hoy está más afuera que adentro del Polo, y que si está adentro es por no abandonar a su mejor dirigente (Petro), no va a dudar en votar por Mockus o hasta por Nohemí, si percibe que su voto es útil para derrotar a Santos-Uribe. Y tal comportamiento no será desleal, dado que fue Petro quien preparó el terreno político para esa convergencia.

Por ello, Petro enfrenta un dilema creador. En su mejor momento político, Petro va a obtener su peor resultado individual. En perspectiva, es algo secundario. Sin duda, ya ha sido fundamental para derrotar a la mafia uribista. Parece extraño decirlo, pero el mejor aporte de Petro puede ser su auto-sacrificio electoral, que tendría que ser un triple salto mortal que sólo alguien con la capacidad de Petro sabrá diseñar.

Lo fundamental es dejar algo sembrado ya. Colocar un punto de referencia que reivindique la dignidad y la soberanía nacional – tan pisoteada por las minorías y poco defendida por las mayorías –, y que haga ver con absoluta claridad que la democracia va más allá de los votos y de los debates en el parlamento. Por el dramatismo del momento la acción de Petro debe tener sabor, forma y contenido heroico.

Petro puede lograr que el nuevo gobierno (sea cual fuere) tenga sobre su cabeza un fuerte mandato moral. Su decisión política puede apoyarse en el movimiento social para que la sociedad en su conjunto asuma una verdad incontrovertible: Sin autonomía nacional y sin democracia, nunca va a haber justicia social, ni legalidad que valga.

En fin, si Petro logra resolver de una forma creativa esta encrucijada de la historia y de su vida, estoy seguro que se convertirá en el inmediato futuro en un verdadero conductor de nuestro pueblo. Podrá encabezar la gesta por la verdadera independencia, hacia la II República. Y su contribución – por todo el acumulado que tiene Colombia – será de trascendencia continental.

El derrumbe del uribismo-mafioso – y su derrota electoral -, va a desencadenar en Colombia un verdadero ambiente democrático. Sólo será un paso, pero será decisivo.

Popayán, 2 de abril de 2010

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